Solares vivos: transformación temporal de espacios urbanos en el Centro Histórico
El Centro Histórico de Lleida ha sido el principal escenario de la vida urbana en nuestra ciudad. Desde su posicionamiento topográfico clave, entre la colina de la Seu y el Río, se han ido sucediendo épocas de construcción, destrucción cíclicas; como el establecimiento de la primera universidad de la Corona de Aragón: el Estudio General, los asedios de la guerra de los Segadores y posterior fortificación y militarización de 19 hectáreas alrededor de la Sede convertida en Cuartel por Felipe V. Las construcciones modestas y sobre ocupadas del barrio de El Canyeret y las medidas urbanísticas del Primer Ayuntamiento democrático, han ido configurando el estado actual del barrio.
El 21% de las edificaciones estaban en estado ruinoso y se derribaron, por medidas de seguridad algunos de estos edificios, contabilizándose más de una treintena de solares vacíos.
La normativa urbanística preveía la obligación de cerrar los solares con vallas metálicas mientras no se iniciarán las obras. Indirectamente se generó un nuevo foco de problemas dado que se acumulaba suciedad, escombros y actitudes incívicas a causa del escondite que ofrecían.
Dadas las dificultades económicas que no hacían prever la construcción inmediata en estos solares, y para detener la degradación física y social que comportaban estos vacíos urbanos, se planteó el proyecto de SOLARES VIVOS. Un proyecto multidimensional que pedía la colaboración entre vecinos, asociaciones, administración, empresas, propietarios particulares y ciudadanos en general para reconducir la regeneración del ámbito primigenio de Lleida.
Se propuso la reutilización de estos nuevos espacios de una forma temporal y con distintos usos que volvieran a activar el barrio. La economía de recursos no se riñe con el imaginario de soluciones capaces de detener la degradación física. En los contratos de cesión temporal que lleven a cabo entre Ayuntamiento y propietarios queda patente la temporalidad limitada.
La apertura de estos nuevos espacios debía ir acompañada de una programación de actividades constante que dinamizaran el barrio.
Las propuestas de nuevos usos se recogían a través de diferentes plataformas destinadas a la participación ciudadana. Desde reuniones con asociaciones, grupos de población o encuestas vía internet. Todo ello se coordinó desde la EMU con la intención de establecer una nueva relación entre los distintos agentes y una nueva identidad por el barrio.
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